Hace 25 años, en febrero de 2000, el municipio de El Ejido (Almería) fue escenario de una de las revueltas más significativas en la historia reciente de España. Los disturbios, que duraron varios días, se dirigieron principalmente contra la comunidad inmigrante marroquí y fueron desencadenados por una serie de asesinatos que conmocionaron a la población.

Los hechos comenzaron el 22 de enero del año 2000, cuando 10.000 personas se manifestaron en la Plaza del Ayuntamiento de la localidad de El Ejido con el motivo del asesinato de los dos agricultores españoles José Ruiz Fines y Juan José Bonilla cometidos por el inmigrante marroquí Cherki Hadij, al que José Ruiz Fines le había recriminado que estuviese apaleando a un perro. El primer agricultor fue golpeado mortalmente con una piedra, mientras que el segundo fue degollado con un cuchillo. Estos asesinatos generaron una profunda conmoción y descontento entre los habitantes de El Ejido, quienes ya sentían una creciente tensión debido a la llegada masiva de inmigrantes, muchos de ellos indocumentados. El asesino Cherki Hadij fue detenido y sentenciado a 34 años de prisión.

Fotografía del asesino Cherki Hadij

El 30 de enero, se organizó una concentración cívica bajo el lema «El Ejido contra la violencia» para protestar por la creciente inseguridad. Aunque la manifestación comenzó de manera pacífica, los ánimos se desbordaron durante la noche y la madrugada, dando inicio a los disturbios.

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Los vecinos se manifestaron con pancartas muy llamativas

El detonante final fue el asesinato de la joven española Encarnación López unos días después, apuñalada el 26 de enero en un mercadillo de la barriada por el inmigrante marroquí Lecir Fahim, quien intentó robarle la cartera. Este hecho desató una oleada de violencia que duró tres días. Grupos de vecinos salieron enfurecidos a «la caza del moro», incendiando sus viviendas, comercios y vehículos, y cortando las carreteras. El gobierno de José María Aznar desplegó más de 500 efectivos policiales para restablecer el orden en la localidad. El asesino, Lecir Fahim, fue condenado solamente a 11 años de prisión porque sufría una supuesta esquizofrenia paranoide.

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Vehículos quemados durante noches de disturbios

Por las noches, las protestas se intensificaron con grupos de españoles armados con palos, bates de béisbol y barras de hierro que buscaban inmigrantes, generando altercados en zonas donde residían. También atacaron ONG, arrasaron negocios gestionados por inmigrantes, como locutorios, carnicerías y restaurantes, y prendieron fuego a neumáticos y chabolas habitadas por ellos. La policía, desbordada por la magnitud de los disturbios, tardó en intervenir, lo que permitió que los ataques continuaran sin un control inmediato.

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Fuertes disturbios generados durante las noches / EFE

Los disturbios no se limitaron a El Ejido, ya que también se registraron incidentes en municipios vecinos y otras provincias. El alcalde de El Ejido, Juan Enciso, exacerbó la tensión con declaraciones como: «A las seis de la mañana hacen falta todos, a las seis de la tarde sobran todos». Tras el funeral de la joven asesinada, la tensión alcanzó su punto máximo, y el subdelegado del Gobierno en Almería, Fernando Hermoso, fue agredido. Identificado como «el que da papeles a los moros», ni su chófer ni el delegado del Gobierno pudieron evitar que fuera golpeado antes de ser rescatado en un coche, el cual fue posteriormente apedreado y destrozado.

Las protestas culminaron en una huelga general en la que se exigió mayor seguridad y una postura más dura contra la inmigración que genera conflictos. El ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, pidió «calma y serenidad», advirtiendo que «la Ley caerá implacablemente tanto sobre el asesino, como sobre aquel que se tome la justicia por su mano».