La Audiencia Nacional comienza este lunes el juicio contra Abdelkrim M., un marroquí acusado de ser una figura clave en la formación de yihadistas. Según la Fiscalía, este individuo se definía como «soldado del califato» y utilizaba su liderazgo para adoctrinar a otros con ideología radical en encuentros secretos.
El Ministerio Público pide para él una pena de 9 años de cárcel por adoctrinamiento terrorista. De forma alternativa, plantea una condena de 7 años por autoadoctrinamiento y enaltecimiento del terrorismo, argumentando que llevaba años sumido en un proceso de radicalización profunda.
Los fiscales aseguran que Abdelkrim M. abandonó las corrientes moderadas del islam en 2013 y se alineó con posturas extremistas. Desde entonces, difundía el ideario de un miembro de Al Qaeda condenado por terrorismo y llegó a presentarse como un «soldado del califato».
A partir de 2019 intensificó sus actividades al servicio del Estado Islámico y se dedicó exclusivamente al adoctrinamiento. Sin un empleo fijo, se centró en liderar un grupo reducido de personas con las que creó una estructura de captación y reclutamiento basada en su influencia personal.
En estas reuniones utilizaba técnicas elaboradas de reclutamiento y proyección de material radical, como vídeos y audios. Convocaba encuentros clandestinos en lugares apartados, entre ellos dos espacios apodados «la cueva» y «la iglesia», así como en su propia vivienda durante el confinamiento por la pandemia.
La Fiscalía detalla que el acusado seleccionaba a sus seguidores cuidadosamente y se aseguraba de que las reuniones fueran secretas y lejos de los núcleos urbanos. Esto incluía el uso de una vivienda en construcción de su propiedad para reforzar la clandestinidad de las actividades.
En estos encuentros compartía contenido radical y arengaba a los asistentes con discursos a favor de Estado Islámico, consolidándose como líder. Su influencia era tan fuerte que ejercía un control significativo sobre los miembros de su grupo.
Las pruebas incluyen material audiovisual que habría obtenido de canales restringidos de acceso a organizaciones terroristas, buscando reforzar la conexión emocional de sus seguidores con la causa yihadista.
La Fiscalía afirma que Abdelkrim M. no solo lideraba estas actividades, sino que actuaba como el núcleo de un proceso continuo de adoctrinamiento. Su papel era clave para mantener vivo el ideario radical en su círculo más cercano.