Durante el fin de semana, desde el viernes hasta el domingo, la ciudad de Lérida fue escenario de un nuevo brote de vandalismo que resultó en la «destrucción» de 52 vehículos. Este incidente se suma a una serie de episodios de violencia que han deteriorado la seguridad en la capital del Segriá. Los residentes han sido testigos de estos actos vandálicos, que reflejan una creciente preocupación por la seguridad en la zona.

El viernes, los bomberos intervinieron para apagar un incendio que afectó a tres automóviles. Aunque no se ha confirmado si este evento está relacionado con los demás actos vandálicos, la frustración entre los ciudadanos es palpable. Muchos exigen medidas contundentes ante lo que perciben como una falta de acción por parte de las autoridades.

El alcalde Fèlix Larrosa, del PSC, ha expresado en repetidas ocasiones su descontento por la escasez de recursos legales y policiales disponibles. Su voz se une a la de otros líderes municipales que piden un endurecimiento de las leyes para combatir la reincidencia delictiva.

Lérida ha estado sumida en una espiral de inseguridad durante algún tiempo. Los datos oficiales más recientes muestran un aumento del 6,6% en la delincuencia convencional en el último año, y un incremento del 35% en los robos con violencia. Sin embargo, estas cifras no capturan completamente la sensación de abandono e impunidad que sienten los ciudadanos.

Residentes de diversos barrios denuncian que la situación ha alcanzado un punto insostenible. Golpizas, robos menores, agresiones, tráfico de drogas y el uso cada vez más frecuente de armas blancas y de fuego han convertido algunas áreas de la ciudad en zonas donde la autoridad tiene dificultades para intervenir. Los agentes de policía también reportan ser blanco de ataques constantes al intentar actuar.

El incivismo, la delincuencia callejera y la presencia de bandas organizadas de origen inmigrante han avanzado debido a la inacción política y la falta de medidas estructurales. «Siempre son los mismos», se lamenta un residente en redes sociales. «Y quienes los protegen son los que pueden guardar su coche en un garaje», ironiza otro.