El narcotráfico volvió a golpear en la desembocadura del río Guadalquivir en la madrugada de este martes, en la provincia de Cádiz. Este punto se ha convertido ya en epicentro del narcotráfico y sigue siendo escenario de violencia y riesgo diario. La intervención de las fuerzas de seguridad ha evitado que otra descarga de toneladas de hachís se materializara y quedara impune.

Fardos de hachís incautados en la operación

La Guardia Civil organizó un operativo en el que impidió que el alijo de droga llegara a puerto tras recibir información de posibles actividades ilícitas. Los agentes interceptaron a los sospechosos, quienes ahora deberán rendir cuentas ante la justicia.

Fueron los agentes de la Comandancia de Cádiz, en colaboración con el Grupo de Acción Rápida (GAR), quienes llevaron a cabo la intervención. Realizaban labores de vigilancia cuando detectaron a seis franco-marroquíes y un vecino de Sanlúcar. Aunque la narcolancha involucrada no pudo ser interceptada, los agentes lograron capturar a una parte importante de la organización y confiscar 60 fardos de hachís, cuyo peso podría es de alrededor de dos toneladas y media.

Los guardias civiles también incautaron cinco vehículos y armas de fuego, ya que, accedieron a una vivienda cercana, donde hallaron tres pistolas y un fusil de asalto AK-47. Las armas estaban completamente cargadas y listas para disparar, lo que muestra el alto grado de peligrosidad de estos grupos criminales.

La implicación de organizaciones marroquíes en el narcotráfico de la zona no es un hecho nuevo. Desde hace no mucho tiempo, estos grupos no solo trasladan y descargan la droga, sino que también han asumido el control de todo el proceso hasta su distribución, y colaboran con clanes locales para la logística, aunque a veces prefieren operar de forma independiente.

La lucha entre bandas por el control de las zonas de alijo ha derivado en una «guerra abierta». Estos grupos suelen portar armas letales como fusiles de asalto y subfusiles, no solo para proteger su mercancía, sino también para defenderse de robos o ataques de otras bandas rivales.

La Guardia Civil tuvo que hacer frente a disparos de fusil al intentar frenar otro alijo en esta misma área el pasado mes de mayo. Los agentes lograron detener a una decena de implicados en aquel incidente.

La violencia de estas organizaciones también se cobró la vida de dos agentes en Barbate el pasado 9 de febrero, cuando una lancha embistió su patrullera. El presunto piloto de aquella narcolancha, el magrebí Karim El Baqqali, continúan en prisión y bajo investigación.

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