La situación en las prisiones de Cataluña se agrava con cada nueva agresión registrada, dejando a los funcionarios en una constante sensación de inseguridad. Tras un 2024 marcado por ataques frecuentes y la trágica muerte de una trabajadora del centro penitenciario Mas d'Enric, el inicio de 2025 no ha traído mejoras. Apenas comenzado enero, ya se han registrado ataques en casi todos los centros penitenciarios de la región, con un incremento notable de la violencia.
El último incidente ocurrió este lunes en la prisión de Lledoners, donde un grupo de internos marroquíes agredió a tres funcionarios. La jefa de unidad (CUSI) sufrió un puñetazo en el rostro, teniendo que ser atendida médicamente por lesiones que incluyeron un componente de género y homofobia. Esta no era la primera vez que la mujer era atacada. Además, otro funcionario sufrió un mordisco en la pierna y un tercero recibió arañazos en el pecho.
La agresión estuvo vinculada a problemas de comunicación sobre el traslado de internos y pone en evidencia la falta de recursos y medidas preventivas en un centro al borde de su capacidad, con 850 internos y un aumento de perfiles violentos. Lledoners no es un caso aislado: en Brians 2, Puig de les Basses, Ponent y Quatre Camins también se han registrado agresiones graves en lo que va del año, evidenciando la urgencia de soluciones por parte del Govern.
La escalada de violencia en las prisiones catalanas refleja una problemática que no solo afecta a la seguridad de los trabajadores, sino que también pone en cuestión la eficacia de la gestión penitenciaria. Mientras los funcionarios claman por medidas inmediatas, el escenario actual parece cada vez más insostenible.