El barrio periférico de Quarticciolo en Roma parece haber escapado del control estatal, cayendo en manos de bandas de delincuentes extranjeros. Estos grupos han obligado a numerosos residentes a abandonar sus hogares y trasladarse a otras áreas. Los delincuentes, al ser sorprendidos robando o traficando, rodean a los agentes y les advierten: «Este es nuestro territorio. Fuera». Desde hace días, la policía y los carabineros no pueden ingresar al barrio sin ser rodeados, amenazados y agredidos.

Individuos de Túnez, Egipto, Argelia, Marruecos y otros países del norte de África han tomado el control del área, y la lucha contra su asentamiento se presenta como una tarea ardua. Los residentes, aunque agotados, se resisten a rendirse. Uno de ellos expresó: «Duele ver que los niños ya no pueden jugar en los jardines y que los ancianos tienen miedo de salir de casa. Pero seguiremos gritando cada vez más fuerte: este barrio es nuestro y no lo dejaremos en manos de la delincuencia».

La situación ha generado una fuerte alarma en la ciudad, y las autoridades están tomando medidas para contener el fenómeno y evitar su expansión, con el objetivo de restaurar la seguridad en el barrio. Los agentes exigen mejores herramientas para enfrentar a los delincuentes. No desean arriesgar sus vidas para realizar un arresto, solo para descubrir que el detenido será liberado poco después para continuar delinquiendo. Domenico Pianese, Secretario General del sindicato de Policía Coisp, advirtió: «Si no se aplican sanciones ejemplares y una respuesta firme del Estado, asistiremos a una peligrosa escalada de violencia, donde los ciudadanos honestos y las fuerzas del orden serán los más perjudicados». Pianese también subrayó que «solo con la rápida aprobación del proyecto de ley de seguridad será posible castigar severamente a quienes agreden a un policía».

En una entrevista con el diario «Il Messaggero», el prefecto de Roma, Lamberto Giannini, explicó que los traficantes de drogas son «jóvenes desempleados que son fácilmente reclutados por los distribuidores» y que «terminan considerando el barrio como su posesión, y entre ellos se solidarizan para no perder su única fuente de ingresos». Giannini añadió que el objetivo es prevenir un efecto Banlieue, y enfatizó: «Es necesario garantizar un control constante las 24 horas del día. No debemos retroceder ni un centímetro, sino ser constantes, pacientes y persistentes». Sin embargo, el problema no se limita a Quarticciolo, ya que muchos otros barrios italianos enfrentan situaciones similares.